jueves, 30 de octubre de 2008

Control Z

¿A nadie le ha pasado que cuando metes la pata en algo, te dices mentalmente: “Control Z, Control Z!”, esperando que la cosa se deshaga? A mi sí, y es preocupante, la verdad. Eso significa que paso demasiadas horas delante del ordenador. Pero ¿no sería fantástico que las cosas se pudieran corregir así? Por ejemplo cuando hablas mal de alguien y al rato descubres que va andando detrás de ti. O cuando te cabreas con el jefe y le explicas lo capullo que es. O todavía peor, cuando intentas ligar con alguien utilizando la típica frase: “¿estudias o trabajas?”. Todas estas situaciones comprometidas y patéticas quedarían olvidadas, flotando en un limbo de ceros y unos, solo con pensar: “Control Z”. ¡Qué maravilla! ¡viva la informática!

Pero no nos quedemos ahí, hay otros comandos del ordenador que también podemos aplicar a la vida cotidiana. Para ilustrarlo, voy a poner un ejemplo verídico: Hace años asistí a una conferencia en la Filmoteca de Madrid, en la que uno de los ponentes se quedaba colgado, (literalmente), el hombre sólo lograba decir dos palabras entre múltiples e interminables: “Eeeeehhhs”. Llegó un momento en el que estuve a punto de levantarme y decir: “¡Control Alt Suprimir!”. No lo hice, porque los seguratas podían pensar que ese “suprimir” era algo relacionado con el terrorismo y sacarme de la sala en volandas mientras yo gritara “¡Finalizar tarea!”. Por cierto que el moderador de la conferencia disculpo al ponente del “Eeehh”, diciendo que acababa de llegar de Barcelona en el puente aéreo; Y yo pensé: ¿Pero qué les hacen en el puente aéreo que los dejan tontos? (Si alguien lo sabe y sus neuronas has sobrevivido para contarlo, que me lo explique, por favor).

Otra utilidad de la informática sería aplicable a cuando los padres tienen hijos que no les gustan: Los padres de George W. Bush, (por poner un ejemplo), nace su hijo, le ven la cara y piensan: “Este niño nos va a traer problemas”. Luego, cuando ven que sus primeras palabra son: “Boomm, boomm” y “War, war”, la cosa queda confirmada. O los padres del Jose Mari Aznar, (por poner otro ejemplo más cercano), que, dejando de lado es susto inicial de ver un bebé con esa cara y ese bigote; después le tienen que escuchan decir cosas como: “Estamos trabajando en ello” o “Ji is mai frien”. En casos así, ¿qué pueden hacer los pobres padres? Pues recurrir a la opción de “Ayuda” y preguntar: “¿Qué hago con mi hijo?” Respuesta: “Trasladar a la papelera”. Luego en la papelera les preguntarán: “¿Seguro que desea eliminar este ítem definitivamente?” Entonces se pulsa la opción “Si” y se acabó el problema.

Volviendo al uso del “Control Z”, seria fantástico, sin duda, pero también tendría sus peligros. Porque imaginad que tu deshaces algo y otro deshace lo que tu acabas de deshacer. Uf, qué lío!, no? Claro, todo el mundo querría deshacer algo, entonces si millones y millones de mentes piensan a la vez “Control Z”, podría crearse un bucle infinito que generase un agujero negro y que acabase por engullir el universo, (igual que el famoso acelerador de partículas). O lo que es peor, la versión católica: Volveríamos a los inicios de los inicios. Entonces Eva se arrepentiría de haber comido la manzana, haría un “Control Z”, y ala!, la civilización a la mierda! Todavía estarían Adan y ella tan tranquilos en el Jardín del Eden, sin descendencia, porque si están en el paraíso ¿para qué quieren hijos?, si sólo dan problemas.

Así que pensándolo bien, igual no ha sido buena idea. También es bueno equivocarse de vez en cuando, no? Si hay algún científico leyendo esto, que no invente ningún acelerador de controls Z, por favor. Eso si, la opción de tirar a la papelera y eliminar definitivamente habría que planteársela, en ciertos casos especiales. ENTER


miércoles, 22 de octubre de 2008

¡No más Clavelitos!

Hay una leyenda urbana en Cataluña, que dice que da mala suerte ir en el coche escuchando a Perales, vamos que pueden pasar cosas como que se te pinche una rueda o que te salgas de la carretera. Sin que sirva de precedente, me gustaría romper una lanza a favor de mi paisano, no porque me guste su música, (Dios me libre!); sino porque tengo años de experiencia viajando en coche, con mi familia, escuchando a Perales y nunca nos pasó nada. (Bueno, sólo algún que otro dolor de cabeza o un sopor repentino irrefrenable). Sin embargo, he de decir, que Perales no era lo peor que nos ponían mis padres, a mi hermano y a mi, cuando hacíamos viajes largos, (que ya es decir). No, lo peor era LA TUNA!

*(Aviso a tunos navegantes: aquí deberíais dejar de leer)

Ya he expresado en este blog mi odio visceral hacia cosas como los musicales y las putas palomas; bueno pues añado una fobia más: mi total aversión a la tuna, sus clavelitos y las cintas de su capa. Qué horror! ¿Cómo es posible que en este siglo de avances tecnológicos y demás, siga existiendo algo tan cutre?
Voy a tratar de explicar lo que es la tuna, por si hay alguien que no lo sabe: La tuna son unos tipos universitarios, (eternos estudiantes ya cuarentones, en su mayoría), que se ponen unas medias negras, unos pantalones bombachos de la época del Tenorio, unas camisas con puntillas y una capa con cintas y escudos multicolores; y salen a la calle, de esta guisa, armados con bandurrias, guitarritas y panderetas, a cantar canciones pasadas de moda (que ya eran antiguas cuando se compusieron), a pobres damas indefensas. Y lo peor de todo es que ellos piensan que así van a ligar! Si, pues como no sea con alguna mujer del siglo XV a. de C. que haya viajado en el tiempo…

Grupo de tunos cuarentones y felices, (respetemos su anonimato):

Pero lejos de desaparecer, las tunas resisten, ancladas en su pasado, y salen las noches de luna llena a rondar jovencitas de este siglo. En lugares como Cuenca, suelen dar el coñazo en el mes de mayo, porque allí es típico cantar Los mayos a las muchachas casaderas, Que digo yo, ¿qué hemos hecho las mujeres para merecer esto? Luego hay ciudades como Santiago de Compostela, donde el fenómeno tunil alcanza sus más altas cimas. Allí, cuando cae la noche los tunos salen al acecho de sus presas, doblas una esquina y te encuentras una tuna cantando el Clavelitos, corres en dirección contraria y te topas con otra tuna cantando Las cintas de mi capa; y así en cada calle. Es una plaga! Si en Barcelona tenemos las palomas, en Santiago tienen las tunas, y no se que será peor.

También es común que estos seres de los de bandurria en asillero, bombacho antiguo, canillas flacas y capa corredora; se reúnan en alguna ciudad y la invadan deleitándose a sí mismos con su moderno repertorio. Llegados a este punto tengo que contar la cosa más surrealista que me ha pasado nunca, (y eso que a mi me suelen pasar cosas muy raras). Sucedió hace unos años en Barcelona, lugar: el Bar del Pi, de la plaza del Pi. Por aquella plaza rondaban unas cuantas tunas que estaban de encuentros en la tercera fase. Entonces, para huir, entré al bar con unos amigos (que lo pueden corroborar) y de pronto aparecen cuatro chicas! finlandesas! vestidas de tunos!; sacan sus guitarras y se ponen a cantar el Clavelitos y demás. Mis amigos, que son muy felices y no son españoles, estaban muy divertidos con el espectáculo. Pero a mi, a pesar de los surrealista de la situación, empezaba a salirme sarpullido. Luego hablamos con las tunas y descubrimos que eran finlandesas, que no sabían español, y que se habían aprendido las canciones fonéticamente! La pregunta es ¿por qué? No tengo una respuesta, pero este acontecimiento me preocupó mucho. Si la tuna ha llegado a Finlandia, ¿qué será lo próximo, Sri Lanka? Es un fenómeno preocupante, ¿estarán planeando invadir el mundo? Ahora que todos los gobiernos andan ocupados con la crisis, hay que tener cuidado, si los tunos se hacen con el poder la cosa puede ser muy chunga. Nos obligarán a todos a vestir como en la época medieval, a decir cosas como: “Vuestra mercé” o “Pardiez.” Y lo peor de todo pondrán de himno mundial el Clavelitos. ¡Nooooooooo!

(Uf!, sólo era una pesadilla, menos mal!)

miércoles, 15 de octubre de 2008

Quien canta, su mal espanta?

Últimamente estoy viendo con gran espanto que las producciones musicales en cine y teatro se multiplican como las cucarachas. ¿Estaremos ante una nueva plaga? No hace falta más que mirar la cartelera para darse cuenta de que esto no es normal, todo el mundo hace musicales. Lo último que he visto es que han hecho un musical sobre Mortadelo y Filemón!, ¿qué cantarán, canciones del Fary? Pero el mayor éxito de la temporada es para Mammna Mia, (tanto en cine como en teatro, que hay que ser pesaos), que es un musical basado en canciones de los Abba! (Aquel grupo sueco de estilismo inclasificable, formado por dos matrimonios, hasta que los dos hombres encontraron juntos su lado femenino; bueno, eso dicen). Dios mío! Si ya eran horteras en su época, ahora…

Quiero proclamar públicamente mi odio visceral a los musicales, no los soporto! Pero mi odio no es injustificado, sino que viene de un trauma infantil. Padezco el síndrome llamado "juliandrewsfobia", muy común entre la gente que quedó traumatizada, en su infancia, con la visión de Sonrrisas y lágrimas, posiblemente la película más cursi de la historia. Pero además hay algo en los musicales que hace rechinar los dientes, ¿por qué personas, aparentemente normales, se ponen a cantar de pronto, sin más? Eso no sucede en la vida real, afortunadamente. No es que diga que el cine o el teatro tienen que ser como la vida misma, pero si son en cierto modo un reflejo de ella. Y la gente no va cantando por ahí, (bueno hay quien canta en la ducha, cosa altamente peligrosa porque te puedes ahogar).
He llegado a la conclusión de que este preocupante fenómeno musical tiene que ver con la crisis, la clave está en el refrán: “quien canta, su mal espanta”. Pero no deberíamos dejarnos engañar por cánticos y lentejuelas, la crisis seguirá ahí, aunque cantemos. Además, en contra de la opinión popular he de decir que los refranes no siempre tiene razón, por ejemplo: “a quien madruga, Dios le ayuda” Qué tremenda estupidez! con lo malo que es eso!

Todo esto nos lleva a otro problema, que es que hoy todo el mundo quiere ser cantante, y se presentan a los castings de operaciones triunfo y demás, aunque metan unos gallos impresionantes. La gente ha perdido la vergüenza y el sentido autocrítico, (bueno ellos y su familia que no se lo dice). ¿Dónde vamos a ir a parar? A ver si al final la vida se va convertir en un musical y cuando vayamos al supermercado las cajeras van a hacer una coreografía de Bollywood antes de cobrarte; tu pareja te va a decir que deja cantando eso de "que lástima pero adiós, me despido de ti y me voy"; o la gente se va a poner a saltar de farola en farola cuando llueva.
¡Tenemos que parar esto antes de que sea demasiado tarde!

¡Por un mundo sin cánticos innecesarios!