lunes, 14 de julio de 2008

El Papa negro

Hay una profecía de Nostradamus que dice que fin del mundo llegará cuando se nombre a un Papa negro...


Ahora lo entiendo, Dark Vader será el próximo Papa negro!
Que Dios nos coja confesados, y que la fuerza nos acompañe!

viernes, 4 de julio de 2008

Crónica de un concierto mal anunciado

Bob Dylan in person, ese era el reclamo publicitario de los cuatro carteles que anunciaban el concierto de Bob Dylan en Cuenca. Sí, sí, en Cuenca: ¡Pero ostias! ¿cómo puede ser? Ea,… Pues resulta que Cuenca es una de las ciudades candidatas para ser elegida Capital Europea de la Cultura en 2016, y el Excelentísimo Ayuntamiento se ha gastado una pasta, (que no tiene), para traer al viejo Bob y demostrar que tenemos eventos de nivel…
Los incondicionales de Dylan se lo agradecemos, pero claro, en Cuenca no hay 8000 incondicionales, y si programan el concierto un martes, día 1 de Julio, pues la gente de fuera de Cuenca que trabaje, no puede ir y los que tengan vacaciones, ya están en la playa.
Conclusión: la mitad del campo de fútbol de la Fuensanta, vacío, (cosa que también agradecemos los que odiamos las multitudes), y el Excelentísimo arruinao. Ea, qué le vamos a hacer!

Pero cosas económicas aparte, lo más interesante, como siempre en Cuenca, fue el punto surrealista del evento. Yo estuve allí, de hecho fui, porque eso tenía que verlo!!
Antes de entrar, me encontré con domingueros cargados con sillas de playa, bocatas, bebidas y todo lo necesario para ir de picnic, (estoy segura que también llevaban el mantel de cuadros). Pero, no les dejaron entrar todas esas cosas, así que volvían al coche a dejarlas. Qué lásima! Una vez dentro entendí lo de las bebidas, ya que había una gran barra donde te servían consumiciones a 3 euros la más barata, que podía ser una Pepsi de botella de 2 litros que te servían en un vaso de plástico o una caña, también en vaso de plástico. Vamos, que el Excelentísimo intentó sacar con las consumiciones lo que no sacó con las entradas. Y probablemente lo logró, porque mucha gente que no se despegó de la barra.

Antes de salir Dylan apareció un telonero, un tal Hermosilla, un pobre chaval que salió allí con su guitarrilla y al que no hizo caso nadie. Supongo que le compensará ponerlo en su currículum, pero debió pasar un mal trago, el pobre, (yo tampoco le hice caso, la verdad, pero pobre).
Después apareció Bob Dylan, y sin saludar ni nada, se puso a cantar. Cosa que era de esperar, pero a los que no lo conocían, les pareció muy mal, supongo que esperaban que dijera: “Hola Cuenca, qué ciudad más bonita tenéis”; pero si seguro que no sabía ni dónde estaba… Tampoco lo saben los músicos que suelen decir esas cosas antes de un concierto, lo dicen porque sus asesores se lo aconsejan para quedar bien con la gente. Al Bob eso, se la sopla, pues menudo es él!

En cuanto a la fauna que estaba allí reunida, no sé cómo describirla, el arco de edad abarcaba un amplio espectro: desde los hippies carrozas venidos a menos, (de la edad del Bob), a unos niños pequeños que venían con sus padres y lo miraban todo asustaos. También había unos cuantos cuarentones barrigones, que son los que se apalancaron en la barra, y sus señoras, que habían sacado sus mejores galas para la ocasión, (pensarían que iban a la ópera). Pero lo mejor fueron las marujonas vestidas de veinteañeras para parecer más jóvenes, yo estaba esperando que alguna le lanzase un sujetador a Bob. Bueno, también había gente normal, pero menos.
De todos ellos, (unos 5000 según los organizadores, unos 40 según la guardia urbana), eran pocos los que conocían las canciones de Dylan, es más, yo diría que eran pocos a los que les gustaba. Muchos se dedicaron a hacer corrillos, dando la espalda al escenario, para hablar como si estuvieran en el bar; otros estaban en el bar, directamente, ni se separaron de la barra, ni miraron el concierto. Había gente que bailaba, muy mal, sobre todo las marujonas vestidas de veinteañeras que como vieron que Bob ya estaba viejo, trataban de pillar cacho entre los asistentes con movimientos sutiles del body. Y otra gente que estaba quieta como palos, (entre los que me incluyo), porque al ver cómo bailaban los demás, pensabas, “Dios mío, mejor me quedo quieta, como mucho muevo un pie”. Y paseándose entre todos un freaky clásico conquense, el Miguelito, que es un vendedor cupones, un poco salido, que persigue a todo lo que se mueve; otra buena razón para quedarse quieto.

Llegado un momento del concierto, Bob y su banda se levantan y se van, sin avisar, ala! Claro, se suponía que había que pedir un bis, pero la gente en vez de aplaudir se puso a silbar.. (?!) Menos mal que todo estaba más que programado y volvieron a salir a tocar cuatro canciones más. Entre ellas un Blowing in the wind irreconocible, supongo que para alejarse de la versión de misa que hicieron hace años. (Normal, debe ser frustrante hacer una canción protesta y que te la versionen los de acción católica).
Cuando terminaron se marcharon sin decir adiós, ni qué bonita es Cuenca, ni ná, (cosa que indignó a los mismos de antes).
Pero lo mejor estaba por llegar, mientras salíamos venía un profundo olor a barbacoa. ¡Pero chorra! ¿de dónde viene ese olor? ¿se estará quemando el Mesón de Comunista? Pues no, resulta que a la salida se habían instalado cuatro o cinco puestos donde vendían chorizos y panceta a la plancha ¡Copón bendito, que uejes somos! Seguro que para los cuarentones barrigones eso fue lo mejor de concierto, vista la cara de felicidad con que se zampaban los chorizos. Yo no sé si los puestos eran de unos espabilaos de Cuenca, si eran del Excelentísimo, para cubrir gastos o si venían con la gira de Bob Dylan. Todo puede ser en este país tan surrealista que tenemos. Tampoco se si Bob y su banda se pararon a comer chorizos, aunque lo dudo mucho.